Schiavi puso la patita, Boca ganó 1-0 el clásico (pudo haber estirado la diferencia), se hace cada día más fuerte, sigue invicto y está segundo. Goza de la paternidad con Independiente y encima hundió a Mohamed.
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Boca sonríe y festeja los 15 partidos sin derrotas. Y sonríen sus hinchas. Y sonríe, sí, Falcioni, rescatando la unión del grupo y, en lo futbolístico, el equilibrio del equipo. Y en eso anda el técnico, formando un conjunto que crece de atrás hacia delante, que no se desespera, que tiene paciencia, que no brilla y que, en algún momento, alguno te va a meter. En este domingo de clásico, le dio un cachetazo a Independiente, que ya no vive de la Sudamericana ganada el año pasado y sufre. Fue ese derechazo ganador del Schiavi -capitán- el que le dio el triunfo y después pudo haber estirado la diferencia con Mouche, con Viatri, con Chávez... y terminó sufriendo un zapatazo de Tuzzio que tapó Orion en el final.
Mientras arde Avellaneda, Boca disfruta de este momento que lo tiene haciéndose cada día más sólido, luciendo poco pero mostrando una línea de juego y un compromiso de los jugadores con la causa, como nunca había pasado con Falcioni en el club. Ganó un clásico de ésos que valen y está a uno de Rafaela, el sorpresivo puntero de este torneo. Gozó en Avellaneda con el diablo... el Diablo Rolo.
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